La deficiencia de vitamina D por lo general no provoca síntomas. Una dieta vegana, la baja exposición al sol, la piel oscura, la edad avanzada, las enfermedades digestivas, la obesidad o la intolerancia a los lácteos pueden conducir a una deficiencia de vitamina D.
Esta vitamina se produce en la piel con la exposición solar (sin protector), está presente en algunos (pocos) alimentos, como la yema del huevo, las carnes, las vísceras como el hígado, algunos pescados y en los lácteos enriquecidos con vitamina D.
Es una vitamina necesaria para fortalecer los huesos y su déficit se relaciona con el raquitismo, una enfermedad que causa deformidad ósea, pero la investigación continua evidenciando que está relacionada además con otros problemas de salud.
Su deficiencia puede relacionarse con dolor óseo y debilidad muscular, aunque su falta puede pasar desapercibida y aún así se puede relacionar con problemas de salud, como la enfermedad cardiovascular, el deterioro cognitivo en adultos mayores, asma severa en niños y incluso con mayor riesgo de padecer cáncer.
En nuestro país tenemos un problema endémico de deficiencia de esta vitamina, aunque presumamos de sol casi todo el año. Al parecer, la oblicuidad de los rayos solares, fuera del verano, hace que la radiación no sea suficiente para estimular su producción en la piel. Surge la paradoja que teniendo sol, estamos peor que algunos países con menos sol, puesto que allí se suplementa rutinariamente con los alimentos. Además, aquí tenemos conciencia del efecto de la radiación solar sobre el cáncer de piel, lo que nos utiliza protector solar, que bloquea la producción de la vitamina.