Cuidar a una persona enferma puede resultar una experiencia compleja, llena de sentimientos contradictorios, y al mismo tiempo muy enriquecedora y de refuerzo de los lazos de cariño y cariño. La persona cuidadora no debe olvidar su propia salud y el tiempo que se dedica a sí misma.
✏️ Para afrontar mejor los problemas del cuidado diario de una persona que se encuentra al final de la vida, algunas recomendaciones son:
▪️El equipo sanitario puede enseñar cómo realizar correctamente los cuidados que requiere la persona enferma (alimentación, hidratación, cuidados de la piel oúlceras, cuidados de la boca, movilizaciones, tratamiento de la incontinencia urinaria, manejo de ayudas técnicas, etc. ).
▪️Administrar los medicamentos indicados por el equipo médico respetando los horarios y las dosis y, en la medida de lo posible, según los horarios de su rutina o la de la persona enferma.
▪️La alimentación tiene un importante valor personal, social y cultural y es un símbolo de placer y salud en nuestra cultura. Por eso la alimentación de la persona enferma es una de las principales preocupaciones de la familia. Cabe recordar que, cuando una persona se encuentra en las últimas semanas o días de vida, la alimentación no es una prioridad terapéutica, y la pérdida de apetito puede ser una manifestación del progreso de la enfermedad.
▪️Procurar un entorno agradable, tranquilo y de respeto por la intimidad de la persona.
▪️Respetar sus gustos, valores y costumbres.
▪️Tranquilizarla y potenciar el vínculo afectivo mediante el contacto físico, siempre que no se interprete como un gesto ofensivo.
▪️ Hay que respetar el confort a lo largo del día y el descanso nocturno de la persona enferma en la medida de lo posible, lo que implica ser flexible con los horarios y las actividades que se vayan a realizar (visitas, higiene, cambios posturales, etc., cuando el enfermo se encuentre mejor).